La harina de espelta se utiliza desde hace siglos, su origen es Irán. En la Edad Media, se
utilizaba para elaborar el pan de las clases más altas de Europa. Hoy en día Alemania y Suiza son
sus principales productores, aunque también crece en zonas montañosas de España y Austria. Tuvo
unos años en los cuales no era tan popular, debido a su bajo rendimiento, pero por suerte, hoy en
día, se consume asiduamente.
El cereal de espelta necesita que se descascarille para ser molido antes de
convertirlo en
harina de espelta.
Este cereal es ideal para el cultivo ecológico, pues no necesita pesticidas como otros cereales
debido a su fuerte resistencia ante plagas y bruscos cambios climáticos.
Contiene ocho aminoácidos esenciales, cabe destacar la lisina, que suele
escasear en otros cereales; además de aportar muchas vitaminas, en especial del grupo B, minerales
y betacaroteno. Sus abundantes carbohidratos le aportan un valor nutritivo importante, en especial
por su valor biológico.
Según los nutricionistas especializados en la dieta que se elabora según el
grupo sanguíneo, el cereal de espelta mejora notablemente la salud de sus pacientes, descartando al
popular cereal de trigo. La
harina de espelta
es mucho más saludable que la
harina de trigo convencional.
La harina de espelta es más digestiva y contiene menos gluten que la harina de
trigo, aunque también lo incluye, no siendo apropiada para la alimentación celíaca. Cuando se
introduce dentro de la alimentación en forma de pan, se aconseja utilizarlo de forma complementaria
junto a otros panes, tales como el de trigo sarraceno, centeno o avena.
Es ideal utilizar la harina de espelta junto con masa madre y
harina de fuerza
para elaborar panes. Si no se quiere obtener una textura que se desmigue fácilmente a la hora de
preparar pan con esta harina se debe amasar de una forma suave, ya que contiene un gluten más
delicado que otros
tipos de harina.
Además, no suele subir tanto como otras harinas que contienen más algo porcentaje en gluten.
Existe la harina de espelta integral, que resulta más digestiva que la
harina de espelta blanca. Ambas, necesitan ser conservadas en un sitio fresco y oscuro, guardada en
un recipiente hermético de cristal. Debido a su valor nutritivo ecológico, necesita mayor
protección a la hora de conservar sus propiedades de forma adecuada. También se pueden preparar
galletas y bizcochos de espelta, de una textura consistente y muy sabrosa.
Receta de pan de espelta
- 450 gramos de harina de espelta.
- 125 gramos de harina de fuerza.
- 400 mililitros de agua tibia (preferiblemente mineral).
- Una cucharadita de sal.
- Una cucharadita de levadura seca de panadería.
Preparación del pan de espelta
Mezclar la levadura con el agua tibia, cuidado no exceda de 40 ºC. Mezclar la
harina de espelta con la harina de fuerza en un cuenco amplio. Añadir la sal y hacer un hueco en el
centro, a modo de volcán.
Verter la mezcla de agua y levadura, remover bien hasta que los ingredientes se
mezclen correctamente. Amasar bien durante 10-15 minutos en una mesa enharinada. La masa debe
estirarse y retorcerla bien mientras se amasa, de ese modo, quedará bien elástica. Si se tiene
panificadora pueden introducirse los ingredientes directamente en la máquina y programar el ciclo
de amasado y fermentado.
Pasar a un cuenco limpio y aceitado ligeramente. Tapar con un film y dejar
fermentar en un sitio cálido unos 45-55 minutos, hasta que la masa duplique su volumen. Amasar unos
minutos de nuevo, dándole la forma que queremos.
Espolvorear un poco de harina en una bandeja de horno y colocar encima tapar con
un trapo limpio. Dejar que fermente unos 30-40 minutos en un sitio cálido. Hornear a 200 ºC en el
horno precalentado, durante una hora, poniendo un recipiente con agua caliente en la base para
aumentar la humedad y favorecer la formación de la corteza.
El pan de espelta mejora en sabor y textura si se consume al día siguiente.